Formas de presentación del mieloma múltiple
De forma general, cuando hablamos de mieloma múltiple nos referimos al mieloma múltiple sintomático o activo que produce alguno de los síntomas descritos anteriormente (anemia, dolores en los huesos, daño renal o calcio elevado). Hoy en día, se sabe que prácticamente todas las personas que padecen un mieloma han tenido una fase o tiempo previo en el cual no han tenido síntomas, pero en el que ya tenían células plasmáticas en la médula ósea y un componente monoclonal que no les producía daño alguno.
Fases de presentación del mieloma múltiple
En muchos casos, los pacientes no son diagnosticados en esas fases, porque no tienen ninguna molestia o síntoma por el que consultar al médico y no se realizan pruebas específicas para su detección. Sin embargo, en ocasiones, en analíticas rutinarias se diagnostican de casualidad esas formas asintomáticas. Según la cantidad de componente monoclonal y de células plasmáticas en la médula ósea que tenga el paciente se pueden diferenciar dos formas asintomáticas: la gammapatía monoclonal de significado incierto (GMSI) y el mieloma múltiple asintomático.
GMSI
La GMSI es una situación benigna relativamente frecuente a partir de los 60 años y que se suele diagnosticar al detectarse casualmente un pequeño componente monoclonal producido por una pequeña cantidad de células plasmáticas en la médula ósea (menos de 10%). Los pacientes con GMSI no necesitan tratamiento, pero sí un seguimiento y vigilancia rigurosos ya que, aunque el riesgo es muy bajo, la GMSI puede progresar a un mieloma múltiple activo.
Mieloma múltiple asintomático
En otras ocasiones, el paciente se diagnostica de mieloma múltiple (encontrando 10-60% de células plasmáticas en la médula ósea) sin presentar ningún síntoma de los descritos anteriormente, ni daño relacionado con la enfermedad, por lo que se considera mieloma múltiple asintomático. Habitualmente, no es necesario que estos pacientes reciban ningún tratamiento. Sin embargo, es clave llevar a cabo un seguimiento y vigilancia activos con la realización de análisis de sangre periódicos, ya que se considera probable que progresen hacia un mieloma activo, que sí requiere tratamiento.
Tras la realización de varias pruebas y según los resultados obtenidos que valoran la cantidad de proteínas (componente monoclonal y cadenas ligeras libres en suero), la cantidad de células plasmáticas en la médula, resultados de pruebas de imagen… se puede estimar el riesgo que hay a lo largo del tiempo de que el mieloma produzca síntomas al paciente y sea necesario entonces iniciar tratamiento. Los mielomas clasificados con un riesgo alto de progresar a mieloma múltiple sintomático son aquellos que tienen una probabilidad de progresar en los siguientes dos años del 50% y pueden beneficiarse de un tratamiento precoz o de recibir tratamientos en ensayos clínicos, antes de que aparezca el dolor o el cansancio característicos de la forma sintomática.
Plasmocitoma solitario
El plasmocitoma solitario se produce cuando hay un crecimiento descontrolado de células plasmáticas malignas en una localización específica, preferentemente en el interior de un hueso (por ejemplo, una vértebra), y el resto del esqueleto no está afectado. Otra forma localizada que puede afectar a zonas fuera de la médula ósea como las vías respiratorias son los plasmocitomas extramedulares. Tanto el plasmocitoma solitario como el extramedular son menos frecuentes que el mieloma y el tratamiento es diferente.
Generalmente los pacientes son tratados con radioterapia o cirugía para quitar el plasmocitoma, aunque es necesario llevar a cabo un seguimiento posterior debido al riesgo de evolución a un mieloma múltiple activo.
Contenido revisado por la Dra. Verónica González de la Calle, médico especialista en Hematología. Servicio de Hematología. Hospital Clínico Universitario de Salamanca.