Tratamientos del cáncer de útero

El tratamiento del cáncer de útero se realiza una vez que se ha confirmado el diagnóstico y se han realizado las pruebas necesarias para conocer en qué fase está la enfermedad, se debe determinar cuál es el tratamiento más adecuado para curarla: tratamiento personalizado.

El ginecólogo te recomendará y explicará las posibilidades de tratamiento más adecuadas en tu caso para que una vez que hayas recibido la suficiente información puedas, junto con tu médico, tomar una decisión. 

El tratamiento del cáncer de útero, como ocurre en la mayoría de los tumores, es un tratamiento multidisciplinar. Distintas especialidades trabajan juntas para combinar terapias y ofrecer a la paciente las mayores posibilidades de curación.

 

Protocolo a seguir

En el tratamiento del cáncer de útero se sigue un protocolo, es decir un conjunto de normas y pautas (plan de tratamiento) que se establecen basándose en la experiencia científica para el tratamiento de dicho tumor. 

Estos protocolos, que se emplean de forma generalizada en todos los hospitales, recogen las indicaciones o limitaciones de tratamiento en función de una serie de factores:

  • Edad de la paciente.
  • Tipo de tumor.
  • Fase en la que se encuentra la enfermedad.
  • El grado de las células. 

Probablemente, el médico también tendrá en cuenta si, además del cáncer de útero, existen otras enfermedades importantes que puedan dificultar la realización de algún tratamiento específico. 

El tratamiento propuesto por el especialista no va a ser el mismo en todas las pacientes. 
Los tratamientos más frecuentemente empleados en el cáncer de útero son la cirugía, la radioterapia, la hormonoterapia y la quimioterapia

En los siguientes apartados se describen cada uno de ellos tratando de explicar en qué consisten, qué efectos adversos producen y cuáles son las recomendaciones para minimizar dichos efectos.

Tratamiento quirúrgico

La mayoría de los tumores de útero se diagnostican en fases tempranas, es decir, no se han diseminado fuera del útero, por lo que la cirugía suele ser el tratamiento más importante y el primero en llevarse a cabo en la mayoría de estos tumores. Con frecuencia, se añade la radioterapia para completar el tratamiento.

Pasos previos a la intervención

La cirugía oncológica para el cáncer de útero es una intervención quirúrgica mayor, por lo que es necesario un ingreso hospitalario durante un tiempo que puede variar de una enferma a otra. Lo más habitual es que oscile entre siete y diez días. Asimismo, es necesario una anestesia, que siempre será de tipo general.

Antes de la intervención, es preciso realizar un estudio denominado estudio preoperatorio que consiste, generalmente, en un análisis de sangre y de coagulación, un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
Previamente a la cirugía debes preguntar y/o recibir toda la información sobre la técnica quirúrgica mediante la cual vas a ser intervenida, qué riesgos y complicaciones conlleva ese tipo de intervención, qué secuelas pueden permanecer y qué recomendaciones son las adecuadas para reducir dichas complicaciones.

En la actualidad, es habitual que tu médico te pida que leas y firmes un documento, llamado consentimiento informado, donde consta reflejada toda esta información. En él reconoces haber recibido y comprendido la información expuesta y aceptas recibir dicho tratamiento. Es conveniente que estés segura antes de firmar dicho documento y recibir el tratamiento.
 

Histerectomía total

La técnica más frecuentemente empleada es la extirpación del útero junto con el cérvix y los ovarios. A este tipo de intervención se le denomina histerectomía total con anexectomía. Una vez que el útero se ha extraído, la vagina se cierra y queda como un fondo de saco con una cicatriz en la zona más profunda. Cuando el útero se extirpa a través de una pequeña incisión (corte) en el abdomen utilizando un laparoscopio, la intervención se denomina histerectomía laparoscópica. En este caso la recuperación es mucho más rápida.

También se extirpan los ganglios próximos al útero para conocer si están afectados o no por el tumor.
Con frecuencia tras la cirugía, dependiendo del estadio en que se encuentre, se añade un tratamiento con radioterapia para disminuir las posibilidades de que la enfermedad pueda reaparecer en la zona de la intervención. 

Cuando el cirujano te informe sobre la técnica que va a emplear, seguramente te explicará con profundidad los detalles de la misma. Este es un buen momento para que preguntes y expreses todas tus dudas. Disponer de la suficiente información evita la aparición de temores infundados.

Consecuencias de la histerectomía y recomendaciones

La histerectomía, como la mayoría de las intervenciones quirúrgicas, no está exenta de complicaciones y de efectos adversos, los cuales pueden presentarse con mayor o menor frecuencia tras la intervención. Esta supone un problema grave para la paciente y altera su calidad de vida.

Cuando te despiertes de la anestesia es normal que sientas dolor en la zona de la intervención. Generalmente, el ginecólogo deja pautados fármacos que te aliviarán. Si el dolor no cede, es importante que lo comentes con el personal de enfermería o con el médico cuando te visite unas horas después de la cirugía. El dolor, en este caso, no indica problemas de recuperación sino simplemente que hay una herida.

Esta requerirá una serie de cuidados que son similares a los de cualquier cicatriz producida por otra causa. Mientras no se hayan retirado los puntos, el cuidado y limpieza de la misma correrá a cargo del personal sanitario del hospital o del centro de salud. Una vez retirados, es aconsejable mantener una higiene similar a la del resto del cuerpo: lavado diario con agua y jabón.

Una vez que te despiertes de la anestesia se mantendrán los sueros hasta que empieces a tolerar los alimentos y líquidos y puedas comenzar una dieta normal.

Es aconsejable que comiences a moverte y a caminar pronto una vez que el dolor de la herida quirúrgica sea más tolerable y te permita levantarte, de tal forma que disminuyan los efectos secundarios por inmovilización.

Tras una histerectomía se recomienda no hacer esfuerzos físicos importantes como levantar peso, deportes de contacto o que supongan una sobrecarga muscular de la zona.

Un aspecto importante de la recuperación es el reinicio de la actividad sexual. Generalmente, son necesarias 6-7 semanas para que cicatrice por completo la herida del fondo de la vagina, aunque algunas mujeres pueden requerir más tiempo. Es importante que este tema lo hables con tu ginecólogo y le preguntes todas las dudas que te puedan surgir. 

Quimioterapia

La quimioterapia para el cáncer de útero es una de las modalidades terapéuticas más empleada en el tratamiento del cáncer. Su objetivo es destruir, empleando una gran variedad de fármacos, las células que componen el tumor con el fin de lograr la reducción o desaparición de la enfermedad. 

A los fármacos empleados en este tipo de tratamiento se les denomina fármacos antineoplásicos o quimioterápicos. Estos fármacos llegan a prácticamente todos los tejidos del organismo y ahí es donde ejercen su acción tanto sobre las células malignas como las sanas. Debido a la acción de los medicamentos sobre estas últimas, pueden aparecer una serie de síntomas más o menos intensos y generalmente transitorios denominados efectos secundarios.

La quimioterapia se administra en pacientes de alto riesgo o con metástasis. Estas pacientes representan un reto terapéutico y hay que individualizar el tratamiento más adecuado a cada paciente. En esta población de pacientes la posibilidad de participar en ensayos clínicos (estudios de investigación) es una muy buena opción. 

Terapia dirigida

Es un tratamiento  en el que se utilizan anticuerpos monoclonales producidos en el laboratorio. Los inhibidores de mTOR y los inhibidores de la transducción de señales son tres tipos de sustancias que se usan en la terapia dirigida para tratar el cáncer de endometrio.

Estos anticuerpos identifican sustancias de las células cancerosas, se adhieren a las mismas  y destruyen las células tumorales, detiene su crecimiento o impiden su diseminación. Los anticuerpos monoclonales se administran por infusión.

 Los inhibidores de mTOR bloquean una proteína llamada mTOR que ayuda a controlar la multiplicación de las células, por lo que impide que las células tumorales  crezcan y se formen nuevos  vasos sanguíneos nuevos que nutran a los tumores.

Radioterapia

La radioterapia en el cáncer de útero es un tratamiento fundamental. Consiste en el empleo de radiaciones ionizantes para el tratamiento, local o locorregional, de determinados tumores que emplea rayos X con altas dosis de irradiación. 

Su objetivo es destruir las células tumorales causando el menor daño posible a los tejidos sanos que rodean dicho tumor.

En los tumores de endometrio, la radioterapia que se aplica puede ser externa o interna, aunque generalmente se combinan ambas modalidades.

•    En la radioterapia externa se emplean equipos generadores de radiación (aceleradores lineales) que en ningún momento contactan con la paciente.
•    La radioterapia interna consiste en la colocación de materiales radiactivos próximos a la zona tumoral. Se colocan en la cavidad uterina y/o en la vagina, por lo que se denomina radioterapia endocavitaria o intracavitaria.
La radioterapia se puede emplear como tratamiento único, por no poderse practicar cirugía por las condiciones del tumor o de la paciente o tras la cirugía si existen posibilidades de que reaparezca el tumor en la zona donde estaba situado el mismo. Su objetivo en este caso, es destruir las células tumorales que hayan podido quedar tras la cirugía. 

El tratamiento con radioterapia siempre es individualizado, es decir, cada enferma tendrá su tratamiento específico y distinto al de otra paciente. 

Según la finalidad con que se emplee, la radioterapia puede ser curativa o paliativa para aliviar síntomas provocados por el cáncer de útero tales como dolor, sangrado vaginal, etc. 

Tratamiento hormonal

El crecimiento de algunos tumores se ve favorecido por la acción de determinadas hormonas sobre ellos. A estos tumores se les denomina hormonodependientes.

El tratamiento hormonal del cáncer de útero consiste en la administración, generalmente por vía oral, de fármacos que modifican el comportamiento de las células tumorales del endometrio. En algunos casos, puede ser sensible al tratamiento con una hormona sexual femenina denominada progesterona o derivados.

Se suele emplear cuando el tumor está más avanzado o reaparece invadiendo otros órganos. Este tratamiento puede disminuir el tamaño del tumor y mejorar los síntomas derivados del mismo.

Efectos secundarios del tratamiento hormonal

Los efectos secundarios de este tratamiento son escasos. En ocasiones se incrementa la sensación de hambre, por lo que algunas mujeres aumentan de peso. Otro efecto secundario que puede aparecer con este tratamiento son las náuseas. Generalmente, ceden con tratamiento específico.