Los efectos del sol en la piel

El sol tiene una gran importancia para nuestra vida y nuestra salud. Sabemos que las radiaciones solares proporcionan sensación de calidez y luminosidad, potenciando la sensación general de bienestar. 

Pero hay que tener en cuenta que el sol puede tener efectos no tan beneficiosos sobre nuestro cuerpo. Los más comunes son las alteraciones en la piel siendo las más frecuentes el enrojecimiento y las quemaduras, sobre todo cuando nos exponemos al sol de forma inadecuada. 

Otros posibles efectos de las radiaciones solares sobre la piel son las manchas, además de la pérdida de elasticidad y textura, con la consiguiente formación de arrugas. 

Y también se conoce que la exposición a las radiaciones solares está relacionada con el cáncer de piel.

Dentro del Código Europeo Contra el Cáncer, aparece un punto relacionado con la exposición solar porque hay evidencias científicas suficientes de que la radiación del sol está relacionada con el cáncer de piel.

Desde entonces, muchos estudios han demostrado que los efectos del sol en la piel pueden ser peligrosos. Esto es debido a las Radiaciones UltraVioletas (RUV).

Efectos del sol en la piel | Imagen: Freepick

Radiaciones solares. Por qué son importantes

El sol emite energía a través de radiaciones electromagnéticas, que son las causantes de la sensación de luz y calor que recibimos en la superficie de la Tierra.

Hay radiaciones de diversos tipos, entre las que se encuentran la luz visible, la infrarroja (principal causante de la sensación de calor) y las Radiaciones Ultravioletas (RUV) siendo las principales las A, B y C.  Las UVC no suelen llegar a la superficie terrestre ya que son absorbidas por la capa de ozono de la atmósfera. Y solo llegan hasta nosotros, incidiendo sobre nuestra superficie cutánea, las radiaciones tipo UVA y UVB

Estos rayos UVA y UVB son diferentes, en cuanto a poder de penetración y efectos principales en la piel, pero ambas radiaciones son en esencia capaces de causar cáncer de piel, además de otros problemas cutáneos.

capas de la piel

 

¿Qué hacen las radiaciones UV en la piel? 

Los rayos UVA son capaces de penetrar en profundidad las capas de la piel, provocando la activación de la melanina que es el pigmento responsable del “bronceado” de la piel. 

Al atravesar la piel hasta llegar a capas profundas, producen la alteración de la elastina, y a largo plazo la pérdida de elasticidad de la piel y facilitan el engrosamiento de la piel y la formación de arrugas. Son básicamente las responsables del envejecimiento cutáneo.

Cuando se habla de envejecimiento precoz de la piel o fotoenvejecimiento cutáneo hacemos referencia a la existencia en las zonas de piel más expuestas al sol (cara, cuello, manos) de zonas de piel engrosada, seca y rígida, con arrugas profundas debido a la exposición crónica a las radiaciones UVA.  Habitualmente, se acompaña el envejecimiento de zonas de piel con hiperpigmentación o manchas más oscuras por la alteración del pigmento cutáneo. 

Además, se sabe que facilitan el desarrollo de cánceres de piel

Los rayos UVB tienen menor capacidad de penetración en las capas de la piel. Pero igualmente estimulan la producción de melanina que es la responsable, en este caso, del bronceado tardío.

La radiación UVB es la responsable principal del enrojecimiento cutáneo o eritema solar; y de desencadenar la aparición de quemaduras solares. Se ha relacionado a estas radiaciones con los problemas de fototoxicidad (interacción de las radiaciones con algunos fármacos, produciéndose alteraciones en la piel) y fotosensibilidad o fotoalergia cutáneas

Y de nuevo, los rayos UVB aumentan la probabilidad de desarrollar cáncer de piel

¿Cómo y por qué se produce el cáncer de piel? 

Aún no conocemos en profundidad todos los mecanismos por los que la radiación UV provoca el cáncer de piel

Hay que apuntan que los principales mecanismos tienen que ver con las alteraciones de diversas moléculas y estructuras de las células de la piel, y en consecuencia con la aparición de daños directos e indirectos en el ADN, que es el material genético de la célula. Por otra parte, pueden producirse cambios celulares que provoquen alteraciones en la inmunidad cutánea, y así favorecer el desarrollo de las lesiones malignas de la piel.

En general, podemos decir que las células tienen una serie de mecanismos reparadores que son capaces de “arreglar” estos daños que provocan las radiaciones solares, pero esta capacidad es limitada. Así, los daños celulares reiterados provocados por la exposición solar inadecuada y a largo plazo, no solo provocan el envejecimiento de la piel sino que son capaces de desencadenar alteraciones carcinogénicas. 

Se sabe que las personas que padecen Xeroderma Pigmentoso (una rara enfermedad de la pigmentación de la piel) tienen deteriorada su capacidad para reparar el daño del ADN causado por la radiación UV. Estos pacientes presentan tasas mucho mayores de cáncer de piel, apoyando la hipótesis que vincula la RUV con las alteraciones en el ADN celular y la aparición del cáncer.

En conclusión, las radiaciones UV son causa de cáncer de piel. 

La piel tiene memoria

Se dice que “la piel tiene memoria” porque las agresiones por parte de las radiaciones solares a nuestras células de la piel se van acumulando a lo largo de la vida. 

Cuanto más tiempo estemos expuestos, mayores son los riesgos de padecer alteraciones y cáncer cutáneo. De esta manera, resulta fundamental considerar la cantidad de tiempo que estamos expuestos a las radiaciones solares a lo largo de nuestra vida.

Debemos tener en cuenta no solo la exposición al sol que suele ser más intensa, que es la exposición solar de carácter vacacional en la playa o montaña, sino el tiempo de exposición por otras causas. Son importantes también la exposición al sol cotidiana (la más habitual) por motivos de trabajo (agricultores, marinos) o por actividades deportivas (atletismo, deportes grupales), o educacional (recreos, actividades al aire libre). 

Y, por supuesto, son especialmente importantes las veces que se padecen quemaduras por el sol, sobre todo si estas ocurren en edades infantiles o juveniles. 

Sabemos que la exposición solar presenta aspectos beneficiosos, y potencia la sensación de bienestar. Un beneficio destacado es el papel que desempeña el sol en la producción de la vitamina D (necesaria para el adecuado desarrollo de los huesos además de intervenir en diversos mecanismos de nuestro sistema inmune). 

Pero muchos estudios han demostrado que los efectos de las radiaciones UV pueden ser peligrosos, ya que son los principales factores de riesgo del cáncer de piel

Y este perjuicio es muy superior a los posibles beneficios. ¿Por qué? Porque el cáncer de piel es el más frecuentemente diagnosticado del conjunto de todos los tumores malignos que ocurren en el ser humano en la población mundial. 

Además, sabemos que han aumentado de forma alarmante los casos de cáncer de piel en los últimos años en todo el mundo. Y son una importante causa de deformidades cutáneas y de muerte

¿Qué es el cáncer de piel? ¿De verdad es tan grave?

Este tipo de tumor se origina por el crecimiento maligno de las células de las capas de la piel. Como ocurre con otros tipos de cáncer localizados en otros órganos, no es único ni uniforme en su forma de crecer y desarrollarse. Su origen, su forma de evolucionar y diseminarse puede ser muy diferente en función de los tipos de células que puedan haberse visto afectadas.   

Al haber diversos tipos de células en las capas de la piel, hay distintos tipos de cáncer cutáneo. Hay dos subtipos principales que difieren no solo en las células que los originan, sino en su forma de presentarse y evolucionar; e incluso en las características del patrón de riesgo de exposición solar que predispone a su padecimiento. Así, al hablar de cáncer de piel, distinguiremos dos subtipos principales: melanomas, y carcinomas cutáneos o también llamados cánceres de piel no melanoma

En ambos casos, las agresiones provocadas por el sol son la principal causa.

Los melanomas son tumores generalmente pigmentados, que suelen aparecer con frecuencia en la piel en el tronco o extremidades, aunque pueden aparecer en otras zonas del cuerpo. Son los menos frecuentes de todos los tumores de piel, pero su comportamiento es bastante agresivo ya que pueden diseminarse y amenazar la vida de la persona a pesar de su pequeño tamaño.  

Generalmente se relacionan con personas cuyo patrón de exposición solar es de exposiciones cortas en el tiempo, pero intensas. Son, por ejemplo, las personas que están al sol de forma importante durante muchos días seguidos, estando bastantes horas realizando actividades al aire libre con poca protección, lo que suele ocurrir en vacaciones, y más si ocurren en época de verano (en la playa o la montaña) cuando la intensidad de la radiación solar es mayor que en otras épocas del año. Y la presencia de melanoma se ha relacionado con haber padecido quemaduras solares en edades infanto-juveniles. 

Esta exposición es especialmente dañina, cuanto más cerca del ecuador estemos (regiones tropicales), o si la altitud a la que se encuentra la persona es elevada (alta montaña). Y por supuesto el factor más importante en la sensibilidad al daño de las radiaciones es el tipo de piel de cada persona (fototipo), ya que los individuos con piel muy clara pelo, rubio y ojos claros son más sensibles a las quemaduras y al daño de las RUV.

Cáncer de piel | Imagen: Freepik
 

Los carcinomas cutáneos son los tumores más frecuentes a nivel mundial, y de hecho, a veces no se contabilizan en las estadísticas de cáncer. 

Aparecen sobre todo en las regiones de piel que más exposición solar reciben de forma habitual: manos, cara, cuello y cuero cabelludo principalmente. Esto se corresponde con un patrón de exposición solar más prolongada en el tiempo, de menor intensidad (porque la exposición no es necesariamente en las horas centrales del día y es a o largo de todas las estaciones del año, es lo que se conoce como un patrón de exposición solar crónica.

Y a pesar de su frecuencia, estos tumores malignos son de evolución poco agresiva y buen pronóstico la mayor parte de las veces, aunque pueden originar lesiones deformantes.

¿El bronceado es saludable?

Existe la creencia de que el bronceado, aparte de la sensación de ser estéticamente bonito, incluso puede considerarse saludable. 

El bronceado no protege frente a los daños de las radiaciones UV. La melanina, que es el pigmento que se acumula en los melanocitos de la piel y hace que ésta se oscurezca, es una reacción de defensa de la piel ante las agresiones externas de las radiaciones.

Pensar que bronceándose con las camas solares se consigue preparar la piel y protegerla de la radiación UV solar: NO ES VERDAD.  Las máquinas de bronceado tienen RUV de origen artificial y son causantes de cáncer de piel

En 2009 la IARC (International Agency for Research on Cáncer), que es la entidad que clasifica los diversos agentes que producen cáncer, ha clasificado como carcinógeno de tipo I para los humanos, la exposición a radiación UV de origen artificial. Es decir, existe evidencia científica suficiente para poder indicar que las radiaciones emitidas por las máquinas de bronceado, a veces conocidas como camas solares provocan cáncer de piel. De hecho, están prohibidas en algunos países.

Bronceado artificial y cáncer | Imagen: Freepik

En resumen: 

Las radiaciones UV por exposición solar (o de origen artificial) son causantes del cáncer de piel. 
El cáncer de piel es el más frecuente a nivel mundial, y es causante de deformidades y muertes en todo el mundo.

Por esto, es muy importante conocer cómo evitar el riesgo de esta exposición a las radiaciones y adoptar por tanto las medidas de prevención adecuadas

  • Conocer el tipo de piel o fototipo, ya que condiciona la sensibilidad o vulnerabilidad de la piel ante los daños de las radiaciones.
  • Protegerse de los daños de las RUV. Esto podemos hacerlo de varias formas:  
    • Conociendo el UVI (índice ultravioleta) para poder adoptar pautas y conductas que minimicen los riesgos cuando estamos expuestos.
    • Utilizar barreras: físicas (sombras, ropa, sombreros, gafas de sol) y químicas (crema con protección solar frente a las RUV (A y B).
    • Cuidar la piel hidratándola.
  • Vigilar posibles alteraciones que puedan aparecer, y con la autoexploración cutánea.
  • Consultar al médico ante cualquier daño o sospecha de lesión maligna.

 

Fuente de las imágenes: Freepik

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