Los tratamientos del cáncer suelen ser difíciles, relativamente largos y repetitivos. Esto, junto con los efectos secundarios asociados, suelen provocar en el paciente cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, miedos, etc.
Algunos de estos efectos asociados a los tratamientos son:
Problemas de concentración y memoria. Pueden aparecer por efecto de algunas medicaciones o pueden ser originados por la situación de tensión que está viviendo. Recuerda que irán mejorando cuando acabe el tratamiento. Mientras tanto, realiza aquellas actividades que no requieran mucha atención o aquellas para las que no te sientas preparado.
Cambios de humor. En muchos casos, son el efecto de la medicación que está tomando. En otros, es la respuesta a la situación que está viviendo. Si notas que éstos cambios son muy persistentes y te hacen sentir muy mal o te dificultan en exceso continuar con su ritmo habitual, consulta con tu médico. Quizá necesitas un tratamiento farmacológico y/o psicológico para controlarlos.
Preocupación constante y obsesiva. Durante los tratamientos es muy habitual dar vueltas de forma repetida a ciertas ideas que generan dudas, preocupación y desasosiego:
- Cuando los enfermos se encuentran mal, es muy frecuente que lo asocien a un empeoramiento de la enfermedad. Ten presente que son efectos secundarios del tratamiento, no de la enfermedad.
- Los efectos de los tratamientos a veces producen cambios en la apariencia física, como la caída del pelo o la palidez. Los enfermos se ven distintos, y dan vueltas a la idea de que ya no son ellos mismos o que nunca van a volver a estar como antes. Estas ideas además repercuten en el estado de ánimo.
Intenta frenar estos pensamientos, no aportan nada positivo a tu recuperación. Ten presente que la mayoría de los efectos secundarios son temporales.
Respecto a los cambios físicos que la enfermedad y los tratamientos pueden producir, es importante y de mucha ayuda, cuidar tu propia imagen. No es una cuestión de estar guapo o seguir estando como antes, sino de verse lo mejor posible. No hablamos únicamente de maquillarse, sino por ejemplo de utilizar ropa que te favorezca, prótesis y pelucas, pañuelos o gorros que te hagan sentir más cómodo. Cuánto mejor te veas y más te guste tu aspecto, más fuerza y ánimo tendrás para seguir adelante.
Es frecuente también la observación excesiva de los síntomas. Esto hace que la vida gire alrededor de los síntomas físicos, las medicinas y el hospital. Además, estar muy pendientes de nuestro cuerpo nos hace estar más sensibles a cualquier cambio corporal y esto produce mucha angustia. Recuerda que está bien vigilar nuestro cuerpo, pero no excesivamente.
Algunos enfermos temen al dolor y al sufrimiento. Se angustian ante la perspectiva de tener que someterse a una operación o pasar alguna prueba médica, les asusta pasar un dolor intenso. Comenta tus temores con el especialista para valorar la mejor forma de controlarlo si aparece. Recuerda que existen muchos tratamientos médicos y psicológicos eficaces para controlar el dolor.
Piensa que los tratamientos, por largos que parezcan, acabarán. Ten presente que mientras dure el proceso, tendrás días mejores y días peores. Si te sientes muy mal, piensa que esto pasará y dirige tus esfuerzos a metas cortas, al día a día.
Pon en práctica todo aquello que te ayude a disminuir los efectos secundarios, sigue las recomendaciones de tu médico y dedica tiempo a realizar actividades agradables para ti.