En los últimos 30 años el tratamiento del cáncer ha evolucionado significativamente, en la medida que se han perfeccionado las diferentes modalidades terapéuticas que constituyen el arsenal oncológico: la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia y la inmunoterapia.
Es evidente que se requiere la integración de muchas ciencias, siendo fundamental establecer equipos multidisciplinarios para tratar esta enfermedad, donde se debe dar a cada modalidad de tratamiento su valor específico en su momento oportuno.
El avance obtenido en la curación, la supervivencia y la calidad de vida ha sido consecuencia del manejo multidisciplinario de esta enfermedad combinando estas modalidades de tratamiento.
Pero el éxito obtenido en el control de los enfermos de cáncer no sólo se debe al desarrollo técnico de las distintas especialidades médico-quirúrgicas, sino a la mejor comprensión del fenómeno del cáncer desde el punto de vista de la investigación básica.
De hecho, el cirujano oncólogo actual debe estar familiarizado con la evolución, principios y posibilidades terapéuticas quirúrgicas, radiantes, químicas, inmunológicas y las nuevas posibilidades derivadas de la biotecnología moderna (como anticuerpos monoclonales).
También debe conocer la historia natural y el comportamiento de cada tipo de cáncer, ya que muchas veces el cirujano continúa siendo el principal punto de referencia para los enfermos de cáncer. Asimismo, es imprescindible que lleve a cabo la más minuciosa y competente evaluación del tumor para una confirmación histológica, un adecuado estadiaje del mismo y una correcta selección de la técnica quirúrgica.
Es destacable el gran desarrollo de la cirugía mínimamente invasiva en las últimas dos décadas. Esta cirugía se basa en el empleo de cámaras de televisión que se introducen en cavidades cerradas del paciente, con lo que se evita la necesidad de hacer grandes incisiones, con lo que además de ser eficaz en el tratamiento del cáncer, mejora de manera importante la calidad de vida del paciente.
El desarrollo de la Tecnología Sanitaria ha sido espectacular gracias a innovaciones como la cirugía por técnica robótica o la formación del cirujano a través de la simulación con programas informáticos. No obstante en determinados casos, la cirugía oncológica se apoya en otros tratamientos como la radioterapia y la quimioterapia neoadyuvante para el correcto manejo del paciente.
Otros tratamientos quirúrgicos
Existen otros tratamientos quirúrgicos como la criocirugía o la ciugía con laser, que se utilizan para tratar determinadas lesiones.
Crioterapia o criocirugía
Consiste en la destrucción del tumor por frío, empleando nitrógeno líquido. Generalmente se utiliza en el tratamiento de lesiones premalignas como las localizadas en cérvix y piel, y en algunos tumores en fases muy localizadas, como en el cáncer de próstata.
Cuando se aplica sobre lesiones de la piel se administra el nitrógeno líquido directamente, empleando una torunda de algodón o mediante un mecanismo de pulverización. Los tejidos congelados se disuelven y se forma una costra sobre la zona tratada. En tumores de próstata, o lesiones premalignas más internas como las del cuello del útero, se aplica bajo anestesia general, empleando una sonda (criosonda) que se coloca en contacto con el tumor.
La criocirugía posee efectos secundarios que pueden ser más o menos serios. En el caso del tratamiento del cáncer de próstata localizado puede causar impotencia o incontinencia con más frecuencia que con la cirugía o la radioterapia. En el tratamiento de lesiones premalignas de cérvix, pueden aparecer hemorragias, o dolor.
Cirugía con láser
Consiste en la emisión de un rayo de luz muy potente y focalizado, que permite la destrucción del tumor.
Se emplea en el tratamiento de lesiones premalignas (cuello del útero, laringe, piel); o como tratamiento paliativo en algunos tumores como el cáncer de esófago (si el tumor ocluye la luz del esófago, se produce dificultad en la deglución; y el láser puede destruir el tejido tumoral localmente, permitiendo el paso del alimento).